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Información general del municipio

El municipio de la Aldea de San Nicolás, en el extremo más occidental de Gran Canaria, se alarga de norte a sur, en una irregular franja de 139 Km². cuadrados. Su poniente está bañado por el Océano Atlántico y su naciente limitado por los municipios de Artenara, al norte, Tejeda, al este, y Mogán, al sur. El territorio se distribuye en dos áreas bien definidas: el Valle de La Aldea, perteneciente a la cuenca hidrográfica del Barranco de Tejeda-La Aldea, y las pequeñas cuencas adyacentes de Tasarte, Tasartico y Güi-Güí, por lo que se le considera "una isla dentro de otra isla".

 

Historia

La Aldea o Artejévez, estuvo densamente habitada por los antiguos canarios. La población canaria de esta época se extendía por todo el cauce de esta cuenca, a modo de pequeños poblados localizados cerca de los manantiales. En este período de la historia, el área de la desembocadura del barranco principal de La Aldea debió ser el asentamiento poblacional más importante del valle y de todo el Oeste de Gran Canaria.

En 1352 se estableció en este lugar una misión mallorquina, que erigió en una cueva de esta playa una pequeña ermita en honor a San Nicolás de Tolentino. De ahí que, con el tiempo, una vez finalizada la conquista y formado el primer núcleo de colonos, el lugar tomara el nombre de La Aldea de San Nicolás.

En los últimos meses de la conquista de Gran Canaria tuvo lugar en el municipio el sangriento encuentro bélico de Ajódar (Tasartico) donde la resistencia canaria infligió a las fuerzas de ocupación la derrota más humillante que sufrió en la Isla.

A principios del siglo XVI aparece vinculada una parte del valle de La Aldea con las aguas que discurrían de Tejeda, a la familia de Pedro Fernández, Señorino de Lugo, hermano de aquel capitán que más tarde sería nombrado por los Reyes Católicos como Adelantado de Canarias. Con posteriores traspasos en aquel siglo, tales derechos pasaron al noble Tomás Grimón, causante de la Casa Nava-Grimón, a la que los vecinos de La Aldea discutieron su propiedad durante siglos.

En primeras décadas del siglo XVII, comienzan los primeros problemas de los colonos con los propietarios del heredamiento principal de La Aldea, propiedad de la familia Grimón. En 1724 se produce un amotinamiento contra los arrendatarios principales de la casa propietaria, la familia Nava y Grimón, los marqueses de Villanueva del Prado. La instauración del absolutismo acabó con el impulso reivindicativo de los aldeanos, sentenciando definitivamente la Real Audiencia de Canarias, en 1817, a favor de los marqueses de Villanueva del Prado, con lo que se concluía esta fase del Pleito de La Aldea.

En el período democrático que generó la Revolución de 1868, tuvo lugar la reactivación del viejo Pleito de La Aldea. La restauración Borbónica en 1875 permitió un control político del municipio, a lo que respondieron los vecinos con el asesinato del Secretario del Ayuntamiento, habiendo intentado éste un desahucio colectivo de todos los medianeros.

En un nuevo cambio de la titularidad de la conflictiva hacienda de La Aldea de San Nicolás, en 1921 pasa a manos de la familia Pérez Galdós, y se abrió un proceso litigioso de gran virulencia social, viéndose obligado el Gobierno a intervenir directamente.

Tras la visita al municipio en 1927 del Ministro de Gracia y Justicia, Galo Ponte, el Gobierno expropia las tierras a sus titulares y realiza una venta simbólica, junto con el agua, a los vecinos del municipio, solucionando así más de trescientos años de lucha por la propiedad de la tierra. Es entonces cuando se crea la Comunidad de Regantes de La Aldea de San Nicolás, una de las más emblemáticas de Canarias, en un valle donde la propiedad del agua está vinculada a la propiedad de la tierra.

Tras la solución del Pleito se acelera el crecimiento económico y demográfico de La Aldea. Se rompe con el aislamiento terrestre con la apertura en 1939 de la carretera Agaete-La Aldea. Los almacenes de empaquetado se localizan a lo largo y ancho del municipio. Allí los agricultores envían la producción para que ésta sea trasladada a los mercados europeos. La bonanza económica se manifiesta en la arquitectura de la zona y en la decisión de la corporación del año 1957 de cambiar el nombre del municipio por el más “ostentoso y digno de una comunidad próspera” de San Nicolás de Tolentino.

Después de la década de los sesenta se produce un hecho que marcará el rumbo de la economía del municipio. Se crean dos grandes cooperativas Coagrisan y Copaisan, dedicadas a la exportación exclusiva del tomate.

Al final de la dictadura franquista y con el arribo de la democracia, el municipio padeció el fenómeno migratorio hacia el incipiente sector de la construcción y el turismo en el sur de la isla. Barrios como el de Pino Gordo, Las Casillas, el Salado o Vigaroe quedaron despoblados.

En los últimos años La Aldea adquiere una mayor conciencia como pueblo con fuerte identidad histórica, consolidando el proyecto de desarrollo sociocomunitario que obtuvo el Premio Canarias 2003 en la modalidad de cultura popular.

Dispone de mejores medios y servicios públicos a excepción de las vías de comunicación por carretera y mejora sensiblemente su explotación e infraestructura agraria de cara a la exportación. No obstante, parece que el motor económico basado en el monocultivo agrícola del tomate no garantiza un futuro estable.

Actualmente la base económica del municipio sigue siendo el tomate de exportación, a pesar de la existencia de un clima de incertidumbre creado por la coyuntura internacional y la política agraria y comercial de la Unión Europea.

En febrero de 2006, tras un acuerdo del Ayuntamiento en pleno celebrado tres años antes, el municipio recupera su nombre tradicional: La Aldea de San Nicolás.

 

Economía

El secular aislamiento de la Aldea de San Nicolás, al que actualmente se le está dando solución con la construcción de una nueva vía de acceso al municipio al margen de la antigua carretera que bordea los acantilados de la costa por el norte, ha determinado el desarrollo económico de este territorio a lo largo de los últimos siglos, donde el sector primario continúa siendo la actividad predominante, y en especial la agricultura, con cultivos sobre todo de tomates de exportación y consumo local. En la actualidad, el desarrollo agrícola en este término municipal pasa por diversificar sus producciones de frutas como las fresas, plátanos, papayas, mangos y aguacates, entre otras. El peso de la ganadería, la pesca y la artesanía en el sector primario del municipio es también notorio, una realidad que desde las instituciones públicas se pretende potenciar como es el caso concreto de la pesca.

Este histórico aislamiento, sus singularidades geomorfológicas y la lejanía de los grandes núcleos urbanos de la isla, ha permitido a La Aldea conservar un patrimonio natural de altísimo valor, un recurso turístico muy demandado hoy día tanto por extranjeros como por residentes.

Aunque el desarrollo del turismo en este municipio ha estado presente a lo largo de las últimas décadas, ha sido a partir del 2010 cuando se produce su despegue, principalmente por el auge de la demanda del ‘turismo de naturaleza’ de aquellos que buscan lugares prácticamente vírgenes para practicar el senderismo, disfrutar de sus playas de aguas transparentes o simplemente contemplar sus espectaculares paisajes o noches estrelladas.

Este crecimiento se ha visto reflejado en el número de viviendas vacacionales, que desde finales de la década de 2020 se ha multiplicado casi por cuatro, alcanzando en la actualidad los 80 alojamientos de este tipo. Además, La Aldea cuenta con dos hoteles y cinco casas rurales, así como con el albergue rural La Hoyilla.

El municipio dispone, además, de una amplia red de senderos, perfectamente señalizada y apta tanto para los aficionados más exigentes como para familias.​ Los practicantes de los deportes de montaña en general también pueden beneficiarse de circuitos biosaludables o participar en algunas de las pruebas más importantes que se celebran en La Aldea, como ‘Paralelo 28 Entremontañas’​ o la Transgrancanaria HG, una de las pruebas más internacionales que recorre varios municipios de la isla.

A lo largo de sus 33 kilómetros de costa se puede disfrutar de playas aisladas localizadas en el mismo acceso al pueblo, donde es posible practicar diferentes actividades acuáticas como buceo, snorkel, kayak, surf o bodyboard entre otras, o simplemente relajarse y darse un gratificante baño en el mar.

Todo en La Aldea está diseñado para que el turista de naturaleza​ pueda disfrutar de los numerosos recursos turísticos que ofrece el municipio, como el turismo cultural, que pone a disposición del visitante dos rutas para conocer su patrimonio arquitectónico y etnográfico a través de ‘museos vivos’ en los que es posible interactuar con los protagonistas. El municipio cuenta también con un circuito permanente de orientación con 40 puntos localizables a través de un código QR, zonas para la observación de aves, numerosos restaurantes donde degustar pescado fresco a pie de playa o la ropa vieja de pulpo, una exquisitez culinaria surgida en esta zona, y participar en sus fiestas patronales, especialmente en la multitudinaria Fiesta del Charco del 11 de septiembre, una tradición prehispánica que se celebra en el marco de las fiestas en honor a San Nicolás de Tolentino, santo patrón del municipio. También es posible visitar las dos fortificaciones tipo búnker, que funcionaban como ‘nidos de ametralladoras’, construidas al comienzo de la II Guerra Mundial y ubicadas a ambos lados de la Playa de La Aldea, una en El Roque y otra en Las Barquillas.

Más reciente es el turismo de contemplación de las estrellas. En febrero de 2018, la Fundación Starlight acredita a la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria como destino turístico Starlight una zona de la isla de la que forma parte la Aldea de San Nicolás. El cielo de esta localidad reúne todos los requisitos para desarrollar este tipo de turismo. Prueba de ello son las intervenciones en tres puntos clave del municipio: el Mirador del Balcón, la Cruz del Siglo y La Sabinilla.​

Mención aparte merece la iniciativa privada Cactualdea, el mayor parque temático de cactus de toda Europa abierto en La Aldea en 1995 por la familia Beisel y en cuyas instalaciones se hace un homenaje a elementos de la cultura canaria, como las cuevas aborígenes, la lucha canaria y el juego del palo, entre otros.

Fecha de última actualización de esta sección: 11-10-2022 08:24:40
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